jueves, 31 de mayo de 2012

PERSONAJES DECENTES: ENRIQUE MAC IVER

PERSONAJES DECENTES: ENRIQUE MAC IVER



Por Iván López Zapata

Introducción
Enrique Mac-Iver está considerado como uno de los más brillantes tribunos que registra la historia nacional, aún cuando han existido opiniones sosteniendo que su forma de pensar y su conducta pública, estuvieron demasiado influidas por la posición que caracterizaba Manuel Antonio Matta, personaje a quien siempre guardó un especial aprecio y admiración. Sin embargo, es del caso consignar, que no parece que estén en lo justo quienes han insinuado ese carácter subordinado, ya que pensamiento y conducta de una persona, si bien se entretejen con los de otras alrededor de las vivencias en sociedad, los arquetipos nunca llegan al punto de despersonalizar a unos u otros. Y menos en el caso de Enrique, que poseía todo aquello que es propio de un hombre provisto de un riquísimo repertorio de capacidades y de erudición.
En efecto, Enrique detentaba una poderosa y libre inteligencia en la condición de motor que movía su proceder convertido en un vivísimo centro autónomo, lo que habitualmente lo hacía descollar como pensador, como crítico de ideas y como polemista, condiciones todas éstas que, al mismo tiempo, se encontraban acompañadas de un significativo rasgo de humanidad: practicaba la amistad con asiduidad y profunda entrega a los demás. Y por sobre todo, amó profundamente a Chile sin escatimar el precio personal que ello pudiera irrogarle.
Exponente de un profundo espíritu positivista, laico, demócrata y republicano, en todas sus actuaciones, fueran éstas en su vida personal; en el cuerpo de bomberos de Santiago al que perteneció cerca de 58 años y del que llegaría a ser Superintendente; en el Parlamento desempeñándose como diputado o senador; en la barra ejerciendo su profesión; al interior de su partido; o en la calle misma, Enrique obró con aquella independiente conducta que identifica a quien está convencido de la fuerza que constituye el soporte de las ideas y de las experiencias. Como corolario entonces, estuvo siempre y decentemente comprometido con la visión de mundo y con la táctica política que, estimaba, podían contribuír en mejor forma al progreso del país. Y las defendió e impulsó, con voz fuerte y clara, y con acciones directas y firmes.
En 1872 contraería matrimonio con la dama constitucionina Ema Ovalle Gutiérrez, nieta del ex presidente José Tomás Ovalle, de cuya unión después nacieron varios hijos.
Enrique no pudo terminar el último período que debía cubrir como senador, a causa del debilitamiento de su salud. Finalmente, falleció en su residencia de la ciudad de Santiago el 21 de agosto de 1922, a la avanzada edad de 78 años.
Su Primera Edad
Enrique nació en la localidad de Constitución el 15 de julio de 1845, como único hijo del matrimonio formado por el marino escocés Henry Mac-Iver -quien después de haber en naufragado en 1835 en las costas de Valparaíso se había radicado definitivamente en la localidad constitucionina-, y la dama residente de origen español doña Leonor Rodríguez Rodríguez.
Doña Leonor inició la crianza preescolar del pequeño Enrique con severa mentalidad de madre católica y, al cumplir éste la edad necesaria, lo envió a Valparaíso para que comenzara a recibir su educación formal en el colegio de los Padres Franceses. Siguientemente, dispuso que el nivel de humanidades lo continuara en el mismo centro de estudios con sede en Santiago, en cuyo lapso, la aguda inteligencia de Enrique comenzó a evidenciar un sentido crítico que contrastaba con la conservadora formación recibida durante su niñez en el hogar.
Ya en su adultez, Enrique a menudo comentaría a sus cercanos la anécdota de haber sostenido en este colegio una agria discusión con un profesor –el padre Juan- acerca de la Reforma Protestante, a partir de cuyo hito se iría alejando de la religión católica y, en la misma medida, acercándose a los preceptos del positivismo y del laicismo.

Su Juventud
En esta misma etapa y a causa de problemas económicos de la familia, debió suspender su educación humanística para comenzar a trabajar en una firma comercial, empleo éste que pronto debió dejar al enfermar de viruela. Acto seguido, volvió a la casa de sus padres en Constitución para convalecer allí cerca de un año.
Cuando mejoró, renovó su educación humanística hasta terminarla, y luego, continuó su fase de educación superior en la Universidad de Chile, donde se destacó como un brillante alumno de Derecho. Fue en este período de estudiante universitario que Enrique irrumpió en la vida pública. En 1868 comenzaría a frecuentar el Club de la Reforma, del que llegó a ser su secretario y al año inmediatamente siguiente, cuando había cumplido 25 años de edad, obtuvo el título de abogado.
Su Vida Intelectual
En 1868 -un año antes de recibir su título de abogado- y a ocasión de la bullada pugna de poderes suscitada entre el Parlamento y la Corte Suprema de Justicia, el pleno de estudiantes universitarios de la principal casa de estudios superiores escogió a Enrique en una terna de oradores para los efectos de que manifestara públicamente el repudio de los jóvenes al clima creado en el país por dicha controversia. La alocución de Enrique, se centraría en los temas de la autonomía del Poder Judicial y del rol vigilante que cabía a la juventud, que luego la opinión entendida llegó a comentar y a considerar como una notabilísima pieza conceptual.
En esta etapa de su vida ingresó a la masonería, donde después llegó a alcanzar la distinción de Serenísimo Gran Maestro, función que ejerció desde 1887 a 1894.
La actividad intelectual de Enrique se manifestó tambien en el plano de las comunicaciones. Se desempeñó como redactor político en varios periódicos de Santiago, tales como en "El Progreso" donde publicó el opúsculo "Los Partidos Políticos y el Parlamento"; en el diario de inspiración radical "El Heraldo" (1878); y en la "Revista Chilena".
Su Vida Política
Las aptitudes y voluntad de servicio público de Enrique, se constituirían en catapulta de su inevitable incursión en la política, como así también, en fuente que alimentara el reconocimiento y confianza social que le permitió llegar al Congreso por el prolongado lapso de ¡48 años consecutivos!
En efecto, como miembro de la tienda política que identificaba al radicalismo, ganó su primera presencia en la Cámara de Diputados para el período 1876-79, en representación de la circunscripción electoral de Constitución. Merece destacarse en este punto, un significativo detalle que retrata el profundo sentido de probidad en el ejercicio de las funciones públicas que Enrique observó rigurosamente durante toda su vida: como previamente su trabajo consistía en presidir el Banco Nacional, renunció a él antes de aceptar su candidatura al Parlamento. A continuación, fue reelegido para cubrir los períodos 1879-82 en representación del electorado de Talca; de 1882-85 en representación del electorado de Coelemu; de 1885-88 en representación del electorado de Copiapó y Caldera; y de los 4 períodos consecutivos que abarcaron desde 1888 a 1900, en representación del electorado de Santiago.
Paralelamente a sus funciones parlamentarias, entre 1881 y 1884, a Enrique le había cabido la responsabilidad de abogar por los intereses de Chile ante los tribunales arbitrales que se constituyeran para conocer y resolver sobre reclamaciones de los países vecinos del norte por actos de fuerza imputados a Chile durante la Guerra del Pacífico, litigios éstos que finalmente fueron muy bien resueltos para el interés de nuestro país.
Durante el mandato de Balmaceda, Enrique situó su posición al lado de la oposición y participó en la redacción del acta de remoción del presidente, instrumento éste que luego sería perfeccionado por Abdón Cifuentes. Estas circunstancias, lo obligarían a huir a Buenos Aires, para muy pronto organizar su regreso por Bolivia hasta Antofagasta, y de aquí a Iquique, donde colaboró en la organización de la Junta Revolucionaria. Después de la derrota de Balmaceda, Enrique volvió a la capital y fue reelegido diputado por Santiago para cubrir el período 1891-94.
Más adelante, el proceso que suponía la etapa que siguiera a la Revolución de 1891 había entusiasmado al país -y también a Enrique-, al punto de que el año 1892 éste aceptó que el gobierno de Jorge Montt Álvarez lo nombrara ministro de Hacienda, cargo que ejerció hasta el ´93, en cuyo ejercicio elaboró el proyecto de convertibilidad monetaria. Entre los años 1894 al ´95 ejercería el cargo de ministro de Interior, año este último en que volvió a ejercer como titular de la cartera de Hacienda.
Pero ponto quedaría en evidencia que la nueva estructura establecida, no respondía ni a las expectativas democráticas ni al espíritu libertario que se esperaba del gobierno parlamentarista. Ahora, el autoritarismo conservador de la víspera, había sido reemplazado por el despotismo liberal…
La crisis social que se había desarrollado en el país -y que a Enrique le parecía estar enraizada en una profunda distorsión de la ética-, hacia el mes de agosto de 1900 le haría pronunciar su más relevante discurso en una sesión ordinaria del Parlamento, realizada en el teatro El Ateneo de Santiago. En uno de sus pasajes más significativos, diría: "Voy a hablaros sobre algunos aspectos de la crisis moral por la que atravesamos, pues creo que ella existe, y en mayor grado y con caracteres mucho más perniciosos para el progreso de Chile que la dura y prolongada crisis material que todos palpan. Me parece que no somos felices. Se nota un malestar, que no es el de cierta clase de personas ni de ciertas regiones, sino de todo el país y de la generalidad de quienes lo habitan. La holgura antigua, se ha trocado en estrechez; la energía para la lucha por la vida, en laxitud; la confianza, en temor; las expectativas, en decepciones. El presente no es satisfactorio y el porvenir aparece entre sombras que producen intranquilidad… En mi concepto, no son pocos los factores que han conducido al país hacia el estado en que se encuentra, pero sobre todos ellos, me parece que predomina uno sobre el que quiero llamar la atención, y que es probablemente el que menos se ve y el que más trabaja; el que menos escapa a la voluntad y el más difícil de suprimir. Me refiero ¿por qué no decirlo bien alto?, a la falta de moralidad pública. ¡Sí! A una falta de moralidad pública que muchos podrían llamar, de inmoralidad pública…"
La profundidad contenida en esta pieza de reflexión y las derivaciones de sus implícitos, a continuación abrirían en el país un hondo debate que se extendió hasta 1925, fecha ésta en que por fin se promulgara una nueva carta constitucional que sustituyó a la de 1833.
La presencia de Enrique en el Parlamento continuó como senador elegido para cubrir el período 1900-06 en representación de la circunscripción electoral de Ñuble, y con su reelección para los 3 períodos consecutivos siguientes que abarcaron desde 1906 a 1924, en representación de la circunscripción electoral de Atacama.
En la convención de 1906 del partido Radical de Chile, no obstante que Enrique alegara que el programa presentado por Valentín Letelier contenía una excesiva carga de "jacobinismo", perdió la centralidad de las ponencias que en ese torneo interno presentara defendiendo el marco de un socialismo más moderado.
Y a causa del conflicto con Argentina por el territorio Puna de Atacama que comprendía unos 80 mil kilómetros cuadrados, sometidos a arbitraje internacional hacia el final del siglo XIX, Enrique debió volver a participar abogando por los derechos de Chile, pero ahora con una clara desventaja inicial: había tenido éxito el lobby argentino para que tal arbitraje recayera en un funcionario afín a su interés. Fue nombrado William G. Buchanan, cuyo vínculo como embajador estadounidense en Buenos Aires, hacía evidente el rompimiento de la imparcialidad, por lo que al comienzo todo presagiaba una facilitación decisiva a la cesión total del territorio materia de litigio a Argentina. Pero el peso de la inteligente argumentación de la parte chile -representada por Enrique-, pudo sobreponerse a dicha limitante y, al final, redimió para Chile el 25% de dicho territorio (unos 20 mil kilómetros cuadrados).
Reconocimientos
Enrique sería objeto de muchos reconocimientos y homenajes, entre los que destacan aquellos que dicen relación con su nombramiento por parte del Cuerpo de Bomberos, hacia 1904, como Director Honorario. Después de su fallecimiento, su nombre fue recogido para identificar a una importante arteria vial de la capital, y en su localidad natal de Constitución, se levantaría un plantel de educación denominado Liceo Rural Enrique Mac-Iver. Así también, en la localidad sureña de Lautaro se levantaría una importante población popular que adoptó su nombre

Saludos
Rodrigo González Fernández
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viernes, 6 de enero de 2012

ENRIQUE MACIVER R, UN TREMENDO POLITCO RADICAL Y MASON EJEMPLAR

Enrique Mac-Iver Rodríguez

Enrique Mac-Iver Rodríguez
Maestría
(1887-1894)

9El 15 de julio de 1844 nace en Constitución. Estudia Derecho en la Universidad de Chile, ejerciendo docencia en la misma facultad.
Ingresa al mundo de la política, y en 1876 es elegido diputado por Constitución, iniciando una brillante y productiva carrera. Fue defensor de las ideas laicas y las instituciones estatales. Participa en la elaboración de las leyes de cementerios laicos, matrimonio y registro civil, y otras de libertad de conciencia y de expresión. Fue ministro de Hacienda y de Interior.
Es elegido senador por Atacama para el periodo 1918-1924, pero la muerte lo alcanza el 21 de agosto de 1922.
El 3 de diciembre de 1869 ingresa a la logia Deber y Constancia Nº 7 de Santiago. Ahí es elegido Venerable Maestro en los años 1874,1876 y 1877. Luego, en 1884, se afilia a la logia Justicia y Libertad Nº 5. En septiembre de 1887 –y contando con solo 43 años– es elegido Gran Maestro de la Gran Logia de Chile en reemplazo de Rafael Barazarte Oliva, quien había fallecido.
Los sucesos políticos de la Revolución de 1891 y sus responsabilidades en el gobierno de la época, impidieron su total dedicación al cargo de Gran Maestro, debiendo dejarlo en mayo de 1894, tras lo cual asume Manuel Guzmán Velásquez.
 

Saludos
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jueves, 6 de agosto de 2009

ENRIQUE MAC IVER BOMBERO, PILITICO, RADICAL ,MASON

Enrique Mac Iver Rodríguez, (1845 – 1922) Bombero, Patriota, Poeta y Servidor Público.


Don Enrique Mac-Iver Rodríguez nació en el puerto de Constitución, Región del Maule el 15 de julio de 1845. Hijo del marino escocés don Henry Mac-Iver y de doña Leonor Rodríguez, dama chilena de la región descendiente de una notable familia española. Su padre, un marino escocés, había naufragado en un barco inglés en Valparaíso el año 1835, ya recuperado trabajó en este puerto en la casa comercial de Juan José Vives. Dos años después; en 1837 se trasladará a Constitución.

Mac Iver Rodríguez aprendió sus primeras letras en su hogar, e inició sus estudios formales cuando fue enviado al Colegio de los Padres Franceses de Valparaíso. Siendo muy joven se vio obligado a abandonar sus estudios de Humanidades, e ingresó a trabajar a una firma comercial....

...Debido a que se enfermó de viruela, fue obligado a dejar su empleo y regresar a la casa de sus padres en Constitución, en la cual estuvo durante un año en un período de convalecencia.

Continuó sus estudios en el Colegio de los Padres Franceses en Santiago, período en el cual se empezó a notar en él un cambio de mentalidad, que se reflejó en la aparición de un fuerte sentido crítico, que contrastaba con la severa y conservadora educación católica que había recibido.

Él mismo recordaba como anécdota haber discutido agriamente con uno de sus profesores, el padre Juan, acerca de la reforma protestante, discusiones que lo hicieron alejarse de la religión católica y acercarse políticamente al liberalismo.
Contrajo matrimonio con Ema Ovalle, con la que tuvo varios hijos, algunos de ellos con notable actuación pública.

Mac Iver prosiguió sus estudios en la Universidad de Chile, donde destacó como un alumno brillante, y se tituló de abogado el 5 de abril de 1869. Fue en este período estudiantil cuando irrumpió en la vida pública, frecuentando el Club de la Reforma - del cual llegaría a ser miembro en 1868 y su secretario tiempo después -. En noviembre de 1868 la Cámara de Diputados propone una acusación contra la Corte Suprema de Justicia. Este hecho provocó una intensa agitación pública, principalmente entre los estudiantes universitarios, quienes lo escogieron a él y a dos oradores más, Eduardo Matte y Agustín Concha Vergara, para que expresaran el repudio estudiantil. En su discurso defendió conceptos como la independencia del Poder Judicial y el papel de la juventud, transformándose en un destacado líder estudiantil.

Su trayectoria pública se inició en el año 1876, cuando, a la edad de 31 años, ingresó al Partido Radical, donde tuvo como guía a Manuel Antonio Matta Goyenechea (primer Director 6ª Cía. de Guardia de Propiedad de Santiago), al cual siempre manifestó un enorme aprecio y cariño, y al que sucedió como líder del radicalismo.
Mac Iver encontró en el Congreso un espacio para contribuir al desarrollo del país, siendo su miembro por más de 46 años. Ganó su primera diputación en 1876, tras ser elegido por su ciudad natal, Constitución, por lo cual decidió renunciar a su cargo de presidente del Banco Nacional.
En 1879 fue nuevamente elegido diputado por Talca, y el 7 de diciembre de 1880 vicepresidente de la Cámara. Asimismo, fue electo diputado por Coelemu en 1882, por Copiapó en 1885, y por Santiago en 5 ocasiones, entre 1888 y 1900.
Como diputado y parte activa en la fiscalización parlamentaria, consideró que su labor en el banco le restaba libertad para la confección de las leyes, la fijación de contribuciones, y enjuiciar los actos gubernativos. Manifestó que deseaba mantenerse ajeno a toda vinculación con el Estado, aunque fuese indirecta, mientras fuese miembro del Congreso.

Desde 1903 a 1906 fue elegido Senador de la República por Ñuble, siendo reelegido cono Senador por Atacama desde 1912 hasta el momento de su muerte el 22 de agosto de 1922. Dentro de su partido, ocupó en varias ocasiones el cargo de Presidente; fue uno de los abogados más calificados del foro chileno; varias veces Ministro de Estado en las Carteras de Hacienda e Interior; Académico de la Facultad de Leyes y Presidente por varios años de la Sociedad Científica de Chile. En forma paralela y desde muy joven era miembro de la masonería, y como tal participó en el taller Deber y Constancia. Logró la más alta distinción de la Orden Masónica, al ser elegido Serenísimo Gran Maestro entre 1887 y 1894.

Asimismo, se desempeñó como redactor político en varios periódicos santiaguinos como El Progreso -donde publicó Los Partidos Políticos y El Parlamento- y también del diario radical El Heraldo de Santiago, en 1878.
Políticamente Mac-Iver fue opositor al gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda Fernández (1840-1891), y como tal participó en el borrador del acta de deposición del Presidente, que luego finalizaría Abdón Cifuentes Espinoza (1835 - 1928).
Para evitar la persecución de las autoridades decidió, en febrero de 1891, emigrar a Buenos Aires. Luego viajó a Bolivia y de allí a Antofagasta, pasando finalmente a Iquique, donde se organizó en abril de ese año la Junta Revolucionaria.
Tras la derrota militar de Balmaceda en agosto de 1891, fue elegido Diputado por Santiago.

Entre 1881 y 1884, Mac-Iver fue el defensor del gobierno de Chile ante los tribunales arbitrales constituidos con el fin de conocer y resolver las reclamaciones extranjeras, por actos de fuerzas chilenas durante la Guerra del Pacífico. Posteriormente, le cupo la misión de fallar los reclamos por la misma guerra.
Además, en 1892 fue nombrado Ministro de Hacienda por el Presidente Jorge Montt Álvarez (1845-1922), cargo desde el cual elaboró el proyecto sobre la convertibilidad monetaria.

En el conflicto con Argentina por el territorio de la Puna de Atacama, a Mac Iver le correspondió ser miembro de la delegación chilena que viajó a Buenos Aires a la conferencia de noviembre de 1898.
En su calidad de abogado, defendió la postura chilena ante el árbitro internacional, el embajador norteamericano en Buenos Aires William G. Buchanan, quien decidió dividir la Puna el 24 de marzo del mismo año, entregando 20 mil kilómetros cuadrados a Chile y 60 mil a Argentina.

Junto a don Isidoro Errázuriz y a don Carlos Walker Martínez, fue uno de los más conceptuosos oradores de su época como parlamentario y también como bombero, de voz firme y clara, de ideas simples y directas, y que como líder del radicalismo llamó la atención sobre los problemas sociales que afectaban al país en el cambio de siglo. Su discurso más recordado como parlamentario es el que pronunció en el Ateneo de Santiago el 1º de agosto de 1900, sobre la crisis moral que afectaba a Chile.
"Voy a hablaros sobre algunos aspectos de la crisis moral que atravesamos; pues yo creo que ella existe y en mayor grado y con caracteres más perniciosos para el progreso de Chile que la dura y prolongada crisis que todos palpan.
Me parece que no somos felices; se nota un malestar que no es de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del país, sino de todo el país y de la generalidad de los que lo habitan. La holgura antigua se ha trocado en estrechez, la energía para la lucha de la vida en laxitud, la confianza en temor, las expectativas en decepciones. El presente no es satisfactorio y el porvenir aparece entre sombras que producen la intranquilidad...
En mi concepto, no son pocos los factores que han conducido al país al estado en que se encuentra; pero sobre todos me parece que predomina uno hacia el que quiero llamar la atención y que es probablemente el que menos se ve y el que más labora, el que menos escapa a la voluntad y el más difícil de suprimir. Me refiero a nuestra falta de moralidad pública; sí, la falta de moralidad pública que otros podrían llamar la inmoralidad pública..."

Por otra parte, como bombero voluntario fue importante protagonista en la Segunda Compañía Bomba Sur "Unión y Libertad" por casi 58 años, y en todo el Cuerpo de Bomberos de Santiago, desde que fuera incorporado el 25 de Diciembre de 1864, a los 20 años cuando aun era estudiante de leyes.
Muy pronto después de su ingreso a la Compañía, supo demostrar de lo que era capaz. Sus contemporáneos no tardaron en descubrir en él todas las cualidades que deben reunir los jefes, así a pesar de su modestia ilimitada que le hizo rehuir siempre toda ostentación, don Enrique fue ocupando y desempeñando con brillo los siguientes cargos que la 2ª Cía. "Bomba Sur" le encomendó:
Sargento 2º en 1866 y 1871 - Tesorero en 1867 - Teniente 2º en 1868 - Secretario en 1869 - Capitán 1872 y 1873 - Director entre 1885 a 1888, 1891 y 1902 a 1906.
Consejero de Disciplina entre 1907 a 1910 - Director Honorario de Disciplina 1904.
El Cuerpo también hizo suyo de sus servicios, y así como en 1874 fue designado 2º Comandante. En 1888 fue elegido para servir el cargo de Vice-Superintendente. En 1889, se desempeñó como Superintendente del Cuerpo de Bomberos, cargo máximo que ocuparía nuevamente en 1890 y entre los años 1892 a 1893.
El Directorio, como premio a su dilatada y extraordinaria trayectoria, lo premia nombrándolo Director Honorario de la Institución en 1904.
En el año 1887, asume la dirección de la Masonería Chilena, convirtiéndose con el tiempo uno de los Serenísimos Grandes Maestros junto con hombres como Ramón Allende Padín (2ª Cía. Santiago), José Francisco Vergara Etchevers (1ª Cía. Viña del Mar) y Juan de Dios Arlegui y Gorbea (2ª Cía. Valparaíso).

A su muerte, la Segunda Compañía "Esmeralda" conocedora de la pérdida de la cual era víctima, acordó honrar su memoria colocando un retrato en el Salón de Sesiones e incluirlo en la lista de asistencia a perpetuidad. Esa lista que encabeza Ernesto Riquelme, Ramón Allende y tantos otros grandes Segundinos, se llenaba de honor y tradición con don ENRIQUE MAC-IVER RODRÍGUEZ.

El oficial de semana escribiría para la posteridad, las siguientes palabras, describiendo el cariño conque se le recordaba al hombre que acababa de partir:

"... Incorporado a la vida bomberil el día de Pascua, es decir la misma fecha en que, según el Catolicismo nacía mil años atrás aquel Jesús que debía marcar rumbos a la humanidad gracias a la nueva fe que él derramaría a torrentes, como derrama sus rayos el sol, don Enrique Mac-Iver, el niño que nacía a una nueva vida en tan augusta fecha para quienes ven en ella un símbolo, estaba predestinado también a marcar rumbos a la Institución que le recibía en su seno.
¡ Y supo marcarlos, cumpliendo su destino ¡...

(Firmado) Guillermo Guzmán Aguirre."

Don Enrique Mac-Iver fue un personaje del más alto nivel intelectual. El encantamiento de su palabra persuadía y convencía. En 1868 La 2ª Cía. "Bomba Sur", acuerda enajenar su antigua bomba a palancas de la época de su fundación a la 1ª Cía. de Bomberos de Copiapó y adquirir una bomba a vapor que viniera a servir de una mejor manera los intereses de la capital de la República.
Con motivo de la venta de dicha bomba a palanca, precisamente don Enrique en su calidad de Teniente 2º y Oficial de Semana dejó constancia de este hecho en el libro Diario del Cuartel con las siguientes palabras, demostrando ya su delicado y refinado español que lo distinguió durante toda su vida:
Martes 30 de Junio de 1868.
"El cuartel ha quedado desierto. La bomba, aquella compañera de nuestros trabajos i de nuestras glorias, la que nos ha acompañado con fidelidad durante cuatro años, ha partido, no por sus pies, porque ella no nos hubiese abandonado, sino tirada por un carretón que la ha conducido a la estación, de donde debe partir a Valparaíso y de allí a Copiapó, para servir en la ciudad de las minas.
Hoi es cuando he deseado con más ardor ser poeta ¡Caramba qué versos no hubiera hecho yo a la partida de nuestra cara bomba! Pero, ya que la suerte, o el destino, me hizo nacer un pobre prosista, necesario será contentarse con lo que puede dar mi mala prosa para decir adiós a quien tanta gratitud le debemos.
Ahora comprendo el gran sentimiento que debieron experimentar los hermanos de José (no el portero de la Universidad, ni ningún otro José profano, sino el José bíblico, el José que fue ministro del Faraón en no sé que ramo de la administración pública) al ver partir a éste, vendido por ellos, como nosotros hemos vendido nuestro material, con los mercaderes que iban a Egipto; i eso que el material que hemos vendido tiene pocos hermanos en la Compañía.
(firmado) Enrique Mac-Iver Rodríguez Oficial de Semana
Era el poeta de la expresión. Los Bomberos no olvidamos las frases pronunciadas en el 25° Aniversario de la fundación del Cuerpo de Bomberos de Santiago, donde en medular discurso, da una visión de lo que son los Cuerpos de Bomberos de la República, pieza de oratoria que ha trascendido el tiempo y hoy es tan vigente como ese ya lejano 20 de diciembre de 1888. En la oportunidad expresó:

"Instada la matrona romana (Cornelia) para que exhibiese sus joyas, presentó a sus hijos, aquellos Gracos (Tiberio y Cayo) que sacrificaron la vida por la libertad y el bienestar de la patria.
Me parece que si se pidiese a Chile que mostrase las joyas con que enaltece y hermosea su frente republicana, presentaría ésta Institución de Bomberos Voluntarios, donde se sacrifica el reposo, la salud y a veces la existencia, por la tranquilidad y el bienestar de los demás.
Y tenía razón, porque, así como debajo del tosco uniforme del Bombero encontraría ilustración y nobilísimos sentimientos, este conjunto material de hombres, cosas y reglas que sirven para defender propiedades y vidas entre los riesgos del fuego, encierra espíritus de excelsas cualidades.
En todas partes hay incendios y hay Cuerpos de Bomberos; pero no hay en todas partes instituciones como ésta, que combaten el fuego a impulsos de una idea y de un sentimiento que dignifican y engrandecen.
Aquellos cuerpos son creaciones de la ley administrativa, organizaciones de policía, fuerzas físicas contra incendios. Esta Institución es hija de la libre iniciativa social, es una organización intelectual y moral y, una fuerza consciente contra los males de la comunidad.
En otras partes el Bombero es un empleado, desempeña un oficio, cumple un contrato. Entre nosotros el Bombero es un ciudadano, se impone una misión, cumple su deber.
Allí, aunque a veces se muera heroicamente en su puesto, se sirve por obligación o por paga. Aquí, aunque no se muere siempre en el fuego, se sirve por abnegación y se paga por servir.
Aquello es el hecho de un gobierno. Este es el espíritu de un pueblo.

La existencia de instituciones como éstas, suponen una sociedad de ideas adelantadas, de sentimientos elevados. Son, si se me permite la expresión, el barómetro que marca la altura moral e intelectual de una sociedad. Soportar duras fatigas, afrontar peligros, exponer la salud, y rendir a veces la vida, sin recompensa, por cumplir un deber de humanidad, no es acto de seres ínfimos y apocados sino, de almas fuertes y esclarecidas.
En el sacrificio por la familia hay más instinto que idea; en el sacrificio por la patria hay idea y hay instinto; en el sacrificio por la humanidad no hay más que idea y sentimiento.
El león sufre y muere por su cría, el salvaje sufre y muere por su suelo, sólo el hombre civilizado sufre y muere por la humanidad.
Al soldado que combate por la patria, le sonríe la gloria. Al misionero que se expone por la religión, le espera el cielo.
Al sabio que se aniquila por la ciencia, le guarda la inmortalidad. Al político que lucha por la justicia y la libertad, puede alcanzar la popularidad y el poder.
Los que visten estas burdas cotonas no tienen gloria, cielo, inmortalidad, popularidad, ni poder por recompensa. Si pretenden alguna, búsquenla en el fondo del alma, allí donde se siente la conciencia que da plácida alegría y satisfacción al bueno y, desasosiego y tortura al egoísta y al malvado.
No sé porque cuando recuerdo el origen de la historia de estos Cuerpos de Bomberos, cuando miro sus hechos y estudio su espíritu, desaparecen a mi vista reglamentos y tácticas, cuarteles y máquinas, y todo este bélico aparato destinado a apagar incendios, y contemplo una escuela de alta enseñanza y moralidad social.
Aquí se juntan y confunden para el trabajo y el sacrificio, sin más aliciente que el de cumplir un deber, hombres de todas las razas, de todas las lenguas y de todas las patrias; demostrando con esto que por sobre las fronteras políticas se extiende esta Institución de Bomberos, la cadena de oro de la fraternidad universal.
De nuestras filas no excluye el católico al protestante, ni el cristiano al judío, ni el creyente al libre pensador, y codo a codo trabajan y mueren cuando el deber así lo exige, apartados de todas las doctrinas, discípulos de todas las escuelas, y adeptos de todos los partidos; que al lado de los sentimientos fraternales, vida tiene aquí la tolerancia, la más necesaria, si no la más elevada de las virtudes sociales.
Y debe ser el fuego devastador de incendios, luz ante la cual huyen muchas preocupaciones y se modifican muchos hábitos, porque esta sociedad chilena formada en sus orígenes por soldados conquistadores e indios conquistados, donde hubo jerarquías y casi hubo sectas; en esta sociedad cerrada e intransigente, de oro y burdos pergaminos, nos ha nacido, vive vigorosa y crecerá potente esta Institución basada en la igualdad de todos sus miembros, donde se comprenden y amalgaman en una, todas las clases sociales sin más diferencia que las marcadas por la virtud y los servicios.
Sí; un Cuerpo de Bomberos es una escuela. Forma una verdadera República Federal con sabia organización general y seccional, con jefes, asambleas deliberantes, tribunales y comicios, con pasiones e intereses, luchas y agitaciones.
En este pequeño mundo, donde todos son iguales ante el derecho y se respeta el derecho de todos, como el niño que aprende la geografía de la tierra en un diminuto globo, aprende el Bombero a obedecer y a mandar, a deliberar y a juzgar; disciplina su espíritu en el ejercicio de su iniciativa, de su deber, de su derecho; aprende, en una palabra, a gobernar, a ser ciudadano de un pueblo libre.
Lo que digo explica la popularidad y el prestigio de que gozan entre nosotros los Cuerpos de Bomberos y, justifican el orgullo con que el país los contemplan y la gran distinción con que los trata.
La asistencia de ellos no tiene por base y por fin superior un servicio de policía; se apoyan en una idea y sirven a un fin social y moral. Son esta clase de instituciones la manifestación de hermosas virtudes y cualidades.
Me permito alzar la copa por la consolidación de esas cualidades y virtudes, por el espíritu de iniciativa popular, por la convicción de los deberes de humanidad, por la constancia y abnegación.
La predicación de los deberes en esa forma de elocuencia, es en el Cuerpo de Bomberos el corolario de la enseñanza que se da con el ejemplo.
Esta enseñanza práctica, la de los veteranos, que después de veinte o más años de servicios permanecen todavía en las filas, como si el tiempo no dejara huellas de su carrera en ellos, ejerce la más saludable influencia en las almas de la juventud, amarrándolas con vínculos indisolubles a los pilares de la Institución.
La juventud, esencialmente impresionable por los sentimientos de nobleza y generosidad, se deja arrastrar y conducir ciegamente por el camino del bien; jamás rechaza los ejemplos que recibe de los hombres que la han precedido en la carrera de la vida.
Las tradiciones que aquella recibe, las leyendas del pasado, son las transmisiones del entusiasmo que conserva la eterna juventud del Cuerpo de Bomberos.
El espíritu del Bombero, de que venimos hablando, tiene ya sus raíces en la familia. El ejemplo del padre, inculcado en el alma del hijo desde la más tierna infancia, transmite a modo de herencia, o por atavismo si se quiere , los ideales tan seductores que empujan a los niños a las filas del Cuerpo de Bomberos.
Nacen ellos destinados por decirlo así, a reemplazar a sus padres en el seno de la Institución, y a seguir las huellas del trabajo que ellos dejaron y de los servicios que prestaron a su Compañía.
Y como si eso no fuera bastante para propagar el entusiasmo y para formar los Bomberos de mañana, en algunas Compañías se llevan registros especiales para inscribir los nacimientos de los hijos de los Voluntarios, ni más ni menos que como se inscriben títulos de dominio, y periódicamente se les festeja en grandes y hermosísimas reuniones, llenos de atractivos para la infancia, para la juventud y para la vejez, en las cuales se rinde culto a los sentimientos que constituyen los fundamentos del Cuerpo de Bomberos, grabando en las almas infantiles de un modo indeleble la noción del deber.

Así se explica la juventud eterna y la prosperidad creciente de esta Institución fundada en 1863".

A su partida terrenal sus funerales no pasaron inadvertidos para nadie de la sociedad Chilena, pues de todos lados llegarían notas de pesar por este hombre, que luchó por sus principios en forma honesta y desinteresada.
La prensa de la época, dedicaría extensas publicaciones a uno de los más celebres Senadores y gran hombre público; es así como se puede leer lo siguiente:
"... Por las calles céntricas de la ciudad, entre las filas compactas de una concurrencia que rendía póstumo homenaje al hombre que consagró su vida a los intereses de la patria, ha pasado en la mañana de ayer la carroza funeral seguida por un cortejo en el cual se unían los hombres de todas las actividades, miembros de las colectividades más representativas del país.
El paso de esa caravana de dolor ha despertado en cada corazón un recuerdo cariñoso. Y lo que en los ojos del anciana fuera la visión de una vida pródiga en nobles ejemplos, para el joven ha sido la evocación de una obra realizada en actos sucesivos inculcadores de una sana moral."
Todos quisieron estar presente a la hora del adiós, personalidades de todos los sectores políticos, sociales y culturales. El Arzobispo de Santiago Mons. Crescente Errázuriz expresó al despedirlo en el cementerio: "el señor Mac-Iver fue brillante a lo largo de toda su existencia. Estadista habilidoso, de penetrante visión, de criterio extraordinariamente ecuánime, figuró siempre como un orador elocuentísimo y patriota.
Yo lo conocí, continúa el señor Arzobispo, por primera vez hace 50 años. Se trataba de un juicio de divorcio entre miembros muy connotados de la sociedad santiaguina. Entonces había fuero eclesiástico y a mí me correspondió actuar como fiscal de la Curia en este asunto. El señor Mac-Iver que representaba a uno de los esposos, presentó un alegato tan admirable, tan acucioso y digno, matizado de tan profundas y prudentes reflexiones filosóficas, que francamente yo quedé cautivado. Pregunté quién era; y se me dijo que un abogado joven cuya fama se extendía rápidamente en el foro.
Yo he sido un admirador, tercia el señor Arzobispo Errázuriz, de la caballerosidad inalterable del señor Mac-Iver y de sus ejemplares virtudes privadas y públicas."
De don Pedro Rivas Vicuña, presidente de la Cámara de Diputados señala; "el fallecimiento del señor Enrique Mac-Iver, no es sólo una pérdida del partido radical, sino también del país entero, que pierde un gran orador y un gran hombre público.
Por su parte el Gobierno tomó los siguientes acuerdos:
1.- Tributarle honores de General de División,
2.- Concurrencia al Cementerio de todo el Gabinete, en representación del Gobierno del Presidente Arturo Alessandri Palma; y
3.- Que a nombre de éste hable en el Cementerio el Ministro del Interior, don Armando Jaramillo Valderrama.
Por su lado el Congreso, en ambas cámaras, acordaron:
Celebrar esta tarde, en ambas cámaras, solemnes sesiones para rendir un homenaje a la personalidad del señor Enrique Mac-Iver.
Hablarán los presidentes de ambas ramas del Congreso y diversos oradores de todos los partidos. A nombre del Gobierno intervendrá don Roberto Sánchez García de la Huerta, Ministro de Guerra.
En la sesión de hoy ambas Cámaras se designarán las representaciones respectivas que asistirán mañana al cementerio y los oradores que en representación del Parlamento rendirán su último tributo de admiración al ilustre hombre público.
Por su parte el Cuerpo de Bomberos, representado por su Superintendente, hacía la siguiente declaración:
El Superintendente, señor Luis Claro Solar, expresó que el Cuerpo de Bomberos de Santiago vestía nuevamente de luto. Uno de sus más distinguidos voluntarios, casi fundador del Cuerpo, pues ingresó a sus filas el año 1864, el señor Enrique Mac-Iver, había fallecido...
... El recuerdo del señor Mac-Iver como bombero será como el recuerdo que deja como político.
Su magnifica oratoria y su clarísimo talento estuvieron siempre al servicio de las causas de mayor trascendencia que conmovieran al país, dirigiendo siempre su espíritu en todo lo que significara el bienestar de la patria y la libertad de pensar de sus conciudadanos.
El Cuerpo de Bomberos de Santiago se siente sobrecogido con el desaparecimiento de uno de sus voluntarios más distinguidos y meritorios, y a fin de honrar su memoria propongo que se envíen notas de pésame a la familia y a la 2ª Compañía "Esmeralda"; que sea colocado su retrato en el Salón de Sesiones del Directorio; mantener la bandera a media asta en todos los cuarteles durante 15 días, que todo el Cuerpo asista a sus funerales, concurriendo la 2ª Compañía con su material; y que el Secretario General despida los restos a nombre del Directorio."
La Compañía, por su parte describía con estas palabras la perdida sufrida:
" El Director de la 2ª Compañía, agradece los honores acordados para su voluntario don Enrique Mac-Iver y manifiesta que el país ha perdido a su servidor público más eminente, tal vez el hombre que no tiene comparación.
Pierde la 2ª Compañía al más querido y respetado de sus miembros, pues los voluntarios lo querían como a un padre. El los alentaba siempre en el cumplimiento de su deber y hasta el último tiempo de su vida concurrió al cuartel y se le veía con el entusiasmo de los buenos servidores.
Desempeño todos los puestos y en el cargo de Director supo darle rumbos definidos a la Segunda, cuyos Voluntarios están de duelo y lo lloran como al verdadero padre que se ha ido."

En todas las funciones como servidor público en que Enrique Mac Iver Rodríguez cumplió, actuó con la independencia necesaria para mantener la unidad de su conducta, entregando el valioso aporte de su preparación y de sus más nobles y profundos valores con el único objetivo de contribuir a la grandeza de Chile

Valparaíso 1851 (hrm - cca)
 
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Fuente:valparaiso-1851
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viernes, 26 de junio de 2009

Recordando a Enrique Mac Iver

Recordando a Enrique Mac Iver

 
Enviado por Ivan Seisdedos CICERONE el 25/06/2006 a las 8:28
Ivan Seisdedos CICERONE

Salud, compañeros(as) de un mismo ideal.

Ordenando algunos libros viejos, me encontré con estas palabras de uno de los patriarcas del Partido Radical, las que considero de vigencia permanente.

Extracto de su discurso sobre "Crisis Moral de La República":

"Quienes son los responsables de la existencia de ese mal, no sé; ni me importa saberlo; expongo y no acuso, busco enmiendas y no culpas.

La historia juzgará, y su fallo ha de decir si la responsabilidad por la lamentable situación a que ha llegado el país es de algunos o de todos, resultado de errores y de faltas, o de hechos que no caen bajo el dominio y la previsión de los hombres.

Quería decir también que la moralidad publica de que hablo no es esa moralidad que se realiza con no apropiarse indebidamente los dineros nacionales, con no robar al Fisco, con no cometer raterías, perdóneseme la palabra.

Tal moralidad, que llamaré subalterna, depende de otra mas alta moralidad, y sus quebrantos los sancionan los jueces ordinarios y no la decadencia nacional y la historia.

Hablo de la moralidad que consiste en el cumplimiento de su deber y de sus obligaciones por los poderes públicos y los magistrados, en el leal y completo desempeño de la función que les atribuye la carta fundamental y las leyes, en el ejercicio de los cargos y empleos, teniendo en vista el bien general y no intereses y fines de otro genero"

Por la senda hermosa de los grandes hombres.

CICERONE


Fuente:ATINA CHILE
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lunes, 11 de mayo de 2009

UNO DE LOS POLITICOS CON MEJOR ORATORIA EN CHILE FUE DON ENRIQUE MC IVER

UNO DE LOS POLITICOS CON MEJOR ORATORIA EN CHILE FUE DON ENRIQUE MC IVER
 
POSTEADO EN LA TERCERA EN LA COL DE PARICIO PEÑAILILLO
 

Radical, Bombero y Masón, hacia vibrar el parlamento Chileno.
Hablaba con calma, persuasivo, en forma concluyente , en forma razonada, metódica y apasible y señalaba que había que ir a plantar la bandera nacional a la capital del Perú como el único medio de terminar la guerra.
Pero lo más interesante de este insigne politico es que sus ideas estan absolutamente vigentes.

Enviado por RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ en mayo 11, 2009 a las 12:07

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martes, 7 de abril de 2009

ENRIQUE MAC IVER ES PROBABLEMENTE UNO DE LOS POLITICOS MÁS INTERESANTES A ESTUDIAR Y EMULAR EN CHILE.

ENRIQUE MAC IVER ES PROBABLEMENTE UNO DE LOS POLITICOS MÁS INTERESANTES A ESTUDIAR Y EMULAR EN CHILE.

 Hace algunos años presenté en un Congreso Internacional , un trabajo sobre Mac Iver y como sus ideas están vigentes hoy día.
Llegué hasta su casa en Constitución, almorcé en su magestuosa mesa y disfruté de su magnífica Biblioteca.
Las ideas de Mac Iver estan vigentes hoy y n hablar si discutimos matrias de Derecho Civil, matrimonio, etc. En materias politicas los Radicales deberían revisarlo, revisitarlo , comentarlo. Les ha dejado un legado inigualable. Piñera. que es hábil, lo cita y con justa razón.
Esa casa la mantiene intacta la familia y es un ejemplo tremendo para nuestras juventudes.
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FOTOS DE DON ENRIQUE MAC IVER

HOY LO CITA SEBASTIAN PIÑERA  EN LA UNIVERSIDAD CATÓLICA EN EL LANZAMIENTO DE PROGRAMA PRESIDENCIAL.SUS IDEAS SIEMPRE VIGENTES

ENRIQUE MAC-IVER RODRÍGUEZ II


Mi tatarabuelo (1899, entrada casa Merced N° 542, Santiago)










(retrato)







(1860)






(Foto tomada entre 1900 y 1913, dedicada a Alcibíades Vicencio Tholar, el fundador del Movimiento Scout en Chile)









Fiesta en la Casa de Constitución (Febrero 1922, ofrecida en honor de Pirula y Quela por Enrique Mac-Iver Rodríguez)






(1922, junto a sus nietas Raquel y Pirula Cousiño Mac-Iver)
 
 
 
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ENRIQUE MAC IVER , UN GRAN POLITICO Y MASON MUY DESTACADO

Enrique MacIver

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/0b/EnriqueMacIver.jpg
Artículo de la enciclopedia

Enrique MacIver (1845-1922), político chileno. Nació en la localidad sureña y costera de Constitución el 15 de julio de 1845. Estudió derecho y, luego de titularse, ingresó en el Club de la Reforma, institución que agrupaba a la intelectualidad radical. En 1876, inició su carrera política, siendo diputado varias veces. Fue opositor a los gobiernos liberales de Domingo Santa María y José Manuel Balmaceda. Después de la Guerra Civil de 1891, punto de quiebra del régimen liberal e inicio del parlamentario, fue ministro del primer presidente de este periodo, Jorge Montt. También fue senador y consejero de Estado. Entre los años 1883 y 1894 fue gran maestre de la masonería. Dentro de su partido, ejerció como defensor de la línea liberal manchesteriana (la cual, en asuntos económicos, no admite la intervención del Estado), tendencia que sería derrotada en 1906 por la socialista de Estado (el Estado debe intervenir en la economía), defendida por el otro gran líder radical, Valentín Letelier Madariaga. Enrique MacIver falleció en Santiago el 21 de agosto de 1922.

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lunes, 20 de noviembre de 2006

Rodrigo González Fernández & Enrique Mac Iver

He decido estudiar la figura de don Enrique Mac Iver como politico, bombero y Masón. Creo que es un ejemplo para las geeneraciones de politicos que entran a la politica en este siglo.
Saludos
Rodrigo González Fernández